Abajo, como bichos o ratones, los transeúntes de la ciudad caminan de cueva en cueva cargando el ayer.
Abajo, en las cuevas la luz blanca confunde a estos animales de noche que ya no conocen el día ni el sueño.
Abajo, en el subterráneo cada ser vive consumiendo el color de otros individuos. Irónicamente está allí para aprender del color.
Arriba está el cielo azul, gris, rojo o morado. Pero ya no importa porque los de Abajo no quieren ni pueden mirarlo y los de arriba solo trabajan en lugares para no quedarse, están allí como extraños.
Arriba no hay animales, personas ni vida.
La carrera por subir el edificio y hacerlo más alto, ha dejado en el camino a la vida imponiéndose la cosa, el material, las cuevas y sus luces blancas habitadas por bichos que no duermen por seguir subiendo.
La carrera por subir el edificio y hacerlo más alto, ha dejado en el camino a la vida imponiéndose la cosa, el material, las cuevas y sus luces blancas habitadas por bichos que no duermen por seguir subiendo.
El sol intenta despertar a todos, darles color, cruzar por cualquier hueco hasta llegar al duro suelo y restablecer el sueño.
Vender y largarse.
Vender y largarse.
Texto: Leonardo Sánchez
Ilustraciones: Leonardo Sánchez, Nicole Calderóne, Rafael Bonilla
Ilustraciones: Leonardo Sánchez, Nicole Calderóne, Rafael Bonilla
