“Podríamos decir que, si el modelo de identidad moderna apuntaba a una identidad física del cuerpo, en la posmodernidad no hay cuerpos físicos si no transparencias, envolturas, ausencias que se resuelven en presencias simuladas. Cuerpos muertos, ficciones de vida.”[1]

Los selfies conforman un nuevo grupo de autorretratos fotográficos que no se rigen por un canon establecido por el arte o la fotografía, sino que tienen sus propias reglas en cuanto a su función como imagen en internet, su composición y realización. Colectivamente se ha establecido una forma de hacerse este tipo de imágenes, donde encontramos poses, gestos, encuadres y efectos fotográficos recurrentes, que hacen parte del lenguaje con el cual se reconstruye constantemente la identidad de cada usuario y que son utilizados para generar una representación de un “yo ideal” en las redes sociales.

Los selfies, más allá de contribuir a la hipersaturación de imágenes tan característica de la era digital, son una acumulación de autorretratos multifacéticos y fotografías de actos teatrales, con los cuales cada persona busca proyectar su ángulo “publicable”, que es sometido a través de las redes sociales al juicio de una cultura superficial. La identidad de cada persona en la red se reconfigura a través de estos autorretratos, con lo cual no se elige ser lo que cada uno desea, si no que se acepta un canon y unos parámetros establecidos colectivamente que rigen la forma como debemos mostrarnos en el ciberespacio y con lo cual se ratifican estereotipos de belleza. Con esta nueva práctica, la cámara fotográfica pasa a ser usada como un espejo que captura los reflejos del “ángulo ideal” que cada persona muestra en la red, y estos, a través de la opinión del espectador/usuario, entran en una dinámica de envanecimiento comunal, haciendo de estas imágenes autorretratos banales.

Este proyecto fotográfico pretende mostrar a través de una propuesta plástica, una postura crítica sobre ese síntoma de narcisismo cultural, y busca llevar al espectador a una reflexión sobre el uso de los selfies y su papel dentro de una sociedad volcada en la vanidad. Cada autorretrato busca unificar y dar una posible forma a los selfies acumulados de distintas personas que realizan está práctica. Esta recopilación y mezcla de fotografías de los intentos de cada ser para llegar a ese “yo ideal”, conforman un repertorio visual que se reduce a la acumulación de representaciones volátiles e identidades ilegibles, que al final tienen como único fin el hecho de admirarse y ser admirados.

[1] SOLANS PIEDAD. Lo sublime tecnológico. Cuerpo, pantalla e identidad en la estética posmoderna. En PÉREZ, DAVID (ed.) “La certeza vulnerable: Cuerpo y fotografía en el siglo XXI” (pp. 282-305). Barcelona: Gustavo Gili. 2004






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Identity & Narcissism in the social network

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