Instalación cerámica para Salón Cosa en Bellwort hotel
Guadalajara, 2021
Curaduría de Mario Ballesteros
La contemplación de lo que está sucediendo, tiempo vacío, tiempo de hacer tiempo.
No porque no se tenga nada que hacer, sino porque lo que se hizo, se repiensa para entender que se es...
saber si está roto, si se está rompiendo o se romperá...
La mayoría de los objetos son vulnerables a las acciones del sujeto, cuya ventaja clara radica en su poder
de elección y necesidades. Los objetos están hechos de absorber emociones, creencias y/o perversiones.
En esta ocasión se busca dotar al objeto con la oportunidad de respuesta,
la capacidad de resistir y poseer fuerza propia, poder reaccionar numerosas veces ante la fragilidad
que este asemeja.
.
Todo comienza por reconocer que somos. Ser recibidos en el mundo y recibir el mundo en nosotros,
que una mente necesariamente cognitiva; que se nutre y aprende desde la experiencia y no desde la imaginación,
se esfuerce para comprender el océano de signos que le rodea, y así lograr sobrevivir aceptando
que estamos rotos y que esa exploración de acumulación de pedazos, fisuras y faltantes nos hará reconocernos,
no solo en lo que somos, sino en lo que vamos encontrando de nosotros.
Nada ni nadie está completo, hasta que se da cuenta que le faltan pedazos.
Guadalajara, 2021
Curaduría de Mario Ballesteros
La contemplación de lo que está sucediendo, tiempo vacío, tiempo de hacer tiempo.
No porque no se tenga nada que hacer, sino porque lo que se hizo, se repiensa para entender que se es...
saber si está roto, si se está rompiendo o se romperá...
La mayoría de los objetos son vulnerables a las acciones del sujeto, cuya ventaja clara radica en su poder
de elección y necesidades. Los objetos están hechos de absorber emociones, creencias y/o perversiones.
En esta ocasión se busca dotar al objeto con la oportunidad de respuesta,
la capacidad de resistir y poseer fuerza propia, poder reaccionar numerosas veces ante la fragilidad
que este asemeja.
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Todo comienza por reconocer que somos. Ser recibidos en el mundo y recibir el mundo en nosotros,
que una mente necesariamente cognitiva; que se nutre y aprende desde la experiencia y no desde la imaginación,
se esfuerce para comprender el océano de signos que le rodea, y así lograr sobrevivir aceptando
que estamos rotos y que esa exploración de acumulación de pedazos, fisuras y faltantes nos hará reconocernos,
no solo en lo que somos, sino en lo que vamos encontrando de nosotros.
Nada ni nadie está completo, hasta que se da cuenta que le faltan pedazos.
