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Reportaje Población Ngobe Buglé

El pueblo indígena Ngobe Buglé es el grupo étnico más grande de la baja Centroamérica, con una población de aproximadamente ciento setenta mil personas. 

En Costa Rica se acercan a catorce mil habitantes, la mayoría se encuentra en los Santos y en la zona Sur de Puntarenas. Sin embargo, aproximadamente dos mil seiscientas personas ngobe buglé viven en Sixaola y sus alrededores.  

Esta población es indígena-transfronteriza ya que sus territorios ancestrales, fueron divididos cuando los estados de Costa Rica y Panamá trazaron sus fronteras. Las autoridades estatales les desconocía hasta hace poco, cuando intentaron atender la alta tasa de mortalidad infantil indígena en la zona, pensando que se trataba de población bribri. Cuando en realidad los niños y las niñas que estaban muriendo pertenecían a una población indígena que ni siquiera era contabilizada. 

Su condición transfronteriza no es reconocida por ninguno de los dos países, por lo que viven en una constante discriminación por parte de entidades públicas y privadas. Se les niega el acceso a sus derechos como pueblo indígena y como costarricenses. En Panamá, las personas Ngobe Bugle cuentan con un territorio administrado por ellos y ellas. En Costa Rica este no es el caso.


Actualmente trabajan en plantaciones bananeras de empresas transnacionales y en plataneras de pequeños productores locales. La población vive dispersa en las casas que les prestan sus patronos, por lo que el tejido comunitario no es tan fuerte. 

Las personas Ngobe Bugle viven repartidas en quince fincas desde Bribri hasta Sixaola. Entre estas, una donde los comerciantes mandan a perseguir con armas a quienes quieran llegar a a visitar a las personas indígenas, con la intención de conversar o informarles de ciertos movimientos.

Un grupo de 250 trabajadores de la empresa Del Monte se encuentran en huelga desde hace 3 años y 5 meses. A pesar de no trabajar para la transnacional, todavía viven en sus casas ya que Del Monte no expulsa a las 250 personas para no reavivar un conflicto que ya dió por ganado. Entonces, tampoco da mantenimiento a las viviendas, que están en condiciones inhabitables. 

Por otro lado se les prohíbe a las familias indígenas criar animales para alimentarse e incluso se les niega el derecho a la siembra. Muchas veces la empresa prefiere pagarle a alguien para que destroce sus cosechas, que permitirles trabajar la tierra que habitan y conseguir de ella sus sustento alimenticio.

Aun así la población resiste, ocupando el territorio y exigiendo el cumplimento de sus derechos humanos. 
La personas Ngäbe Bugle ven la tierra como el aliento que les da todo lo necesario para vivir. 

Por eso sienten la necesidad de un territorio indígena en Costa Rica. Un espacio colectivo, donde toda la población pueda vivir, producir sus alimentos, hablar su lengua y practicar libremente su cultura y su religión. Un lugar de unidad con la tierra y con el resto de la comunidad.

Es hora de que el estado costarricense reconozca el derecho a la tierra que tienen nuestros vecinos y vecinas ancestrales de Sixaola.
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